No existen las despedidas
Lily estaba sentada en su asiento, pensativa y un poco triste. Nunca se le habían dado bien las despedidas y no quería que su viaje acabase. Max intentaba animarla contándole chistes tontos. Al final, decidió emplear una nueva estrategia. Sacó de su bolsillo su tableta favorita, la desenrolló y la encendió. Sonriendo le dijo:
«¡Cinco terabytes de fotos seguro que te animan!». Lily miró por encima del hombro de Max y se vio comiendo helado en Italia, nadando en las islas griegas, paseando por París, jugando con los patos en Hyde Park en Londres, comprando en Barcelona y divirtiéndose en Ámsterdam. «No ha estado mal el viaje», dijo tratando de sonreír.
«Desde el grafeno hasta la energía fotovoltaica, desde las baterías hasta las células de combustible, desde la coloración estructural a la fotosíntesis artificial, desde la impresión 3D hasta la administración de fármacos... nuestro mundo está cambiando y está evolucionando. Se está volviendo más eficiente, más ecológico, más sostenible. Se está convirtiendo en un lugar mejor», dijo Max.
«Y, ¿sabes qué? Tú y yo somos parte de esta incesante evolución científica. Por lo tanto, por lo que a mí respecta, ¡no voy a decir adiós! Existen muchas, muchas cosas por descubrir e inventar y ¡estoy deseando conocerlas! ¿Tú no?».